Fue Mágico, bohemio, loco. Su genialidad fue manifestada en bruto, casi rústicamente en las grabaciones que consiguió registrar en vida, y ese material, esa materia prima, a partir de su desaparición física, no deja de ser reformulada, moldeada y re interpretada.
Eduardo Mateo, nació en Montevideo un 19 de septiembre de 1940. Su padre era feriante y músico carnavalero y su madre trabajaba limpiando en la casa del insigne compositor Eduardo Fabini. A los 14 años su abuela le regaló su primera guitarra y así comenzó a incursionar en la música imitando al grupo brasileño Os Demonios da Garoa
Su originalidad y audacia artística se vio acompañada de la marginalidad de los circuitos tradicionales. Sus últimos días lo pasó vagando por las calles de Montevideo, casi en el anonimato.
Su primer grupo llevó por nombre “O bando de Orfeo”, en homenaje al film Orfeo Negro (1959), además era el nombre de la disco donde solían tocar en Carrasco. Luego, Mateo integró el grupo “Los Malditos” como guitarrista. Esta era una banda de covers formada en 1964 que tuvo cierta repercusión en Uruguay tocando música de los Beatles. El grupo llegó a grabar un simple para el sello Sondor pero cambiando su nombre a “The Knights”. En 1966 el grupo de disolvió pero Mateo y Walter Cambón siguieron juntos y para no tirar por la borda las oportunidades de trabajo e incorporaron nuevos músicos: Luis Sosa, Antonio Lagarde y Rubén Rada; asi se dio inicio al grupo él “El Kinto”. Un grupo emblemático de fines de los 60 que a la par de Almendra en Argentina, constituyeron las bases del rock popular del Uruguay.
La primer propuesta discográfica fue en 1968 para grabar un simple con dos de sus canciones más importantes, “Que me importa” y “Principe Azul” (versionada por León Gieco en “de Usuahia a la Quiaca”). Pero el proyecto de grabación quedó trunco porque Rada se fue a tocar a Perú. Algunas de estas grabaciones fueron rescatadas con los años y luego editadas en CD.
A pesar de no haber podido editar el simple que grabaron en 1968, en esos años el grupo había adquirido cierto prestigio en el circuito local, de hecho, “El Kinto” fue el grupo eléctrico invitado por Zitarrosa para su proyecto multicultural “La claraboya amarilla”. Luego en el teatro “El Galpón” llevaron a cabo las “musicaciones”, alternaban su música con poesía, teatro, Jazz y candombeadas. Pero a pesar de ese éxito creciente del grupo, Mateo comenzó a desinteresarse y dejó pasar una nueva propuesta de grabación. Llegando tarde o utilizando muchísimas horas de estudio.
En 1970 el Kinto se separó e interrumpió su actividad. Pero a pesar de su poca presencia discográfica quedaron en la memoria colectiva como un grupo de culto, ya que fueron los primeros en tocar música beat desde una concepción más expresiva alejada de lo comercial, en cantar en castellano y fusionar el beat con ritmos como el candombe.
Al no haber ningún registro discográfico, mas allá de algunas sesiones como grupo acompañante en un par de simples, podía haber quedado diluida la mística que se formó en torno al grupo si no hubiera sido por unas grabaciones que el Kinto efectuó para el programa televisivo Discódromo, donde actuaron reiteradas veces y como precisaban tener playbacks grabaron. El ingeniero de sonido, Carlos Piriz, fue quien retomó y editó con gran repercusión en diversos simples y un LP esas grabaciones.
Sobrevivieron 16 canciones grabadas por El Kinto. Muchos de sus temas, compuestos en su mayoría por Rada o Mateo, han sido re versionados y recordados en todo el desarrollo del rock nacional y la música popular uruguaya.
Por Leonardo Leveroni